Me resulta muy curioso comprobar cómo las opiniones sobre ciertos productos, o ciertos hábitos, cambian según conviene a la industria o según compensa más y para excusar esas ideas y venidas los expertos aseguran que conforme se averiguan más cosas pueden dar mejores consejos y las opiniones cambian con ellos. Yo no digo que eso no sea verdad, sobre todo cuando hablamos de enfermedades sobre las que se descubren cosas nuevas con nuevas investigaciones, pero hay cosas que huelen de lejos.
Hace no demasiados años la sabiduría popular, y algún que otro médico, decía que tomarse una copita de vino tinto al día podía ser incluso beneficioso para nuestro organismo. Supuestamente esa copita de vino diario ayuda a fortalecer nuestro sistema cardiovascular y de ahí que se recomendara incluso para los ancianos.
La teoría que, hasta entonces, defendía esta práctica apuntaba que el vino tinto es una gran fuente de antioxidantes. Sin embargo, no debemos obviar el hecho de que, esta bebida, contiene alcohol y, por tanto, también produce efectos nocivos para el organismo.
La cosa es que esos antioxidantes pueden conseguirse con otros productos como la uva en sí, la granada y otras frutas o verduras ricas en antioxidantes. Y hasta aquí todos estamos de acuerdo ¿verdad? Tal vez, mi abuelo, que bebió una copa de vino diaria hasta que falleció con 92 años, debió haber tomado más frutos secos en lugar de vino pero tampoco creo que esta práctica le ocasionase demasiadas complicaciones la verdad.
El problema es que ahora hay una tendencia, muy positiva, de nuestra sociedad que analiza cada alimento que comemos. Gracias a eso, muchos estamos aprendiendo a comer debidamente, volviendo a las raíces de la dieta mediterránea y eliminando todo lo posible de nuestra alimentación los ultraprocesados, y eso es estupendo.
El caso es que por un lado tenemos a quienes aún abogan por la copita de vino diaria (sobre todo en los pueblos rurales y entre la población más mayor), por otro lado tenemos a quienes aconsejan evitar beber alcohol a diario y promueven el uso de alimentos de la tierra, y por otro tenemos a los que llevan tan a rajatabla la idea de comer de forma saludable que cuando pruebas una onza de chocolate con leche tradicional de Nestlé te miran tan mal que te entran ganas de esconder la cabeza bajo tierra como los avestruces. Y digo yo, ¿no sería más normal pensar en un equilibrio que en una especie de totalitarimo alimenticio basado en normas saludables que evitan incluso que un niño de 5 años pruebe un caramelo?
Soy madre de una bebé de 16 meses y tengo claro que quiero criarla bajo una alimentación sana y saludable que evite los alimentos ultraprocesados en su rutina pero ¿significa eso que no puedo comprarle un helado en agosto o que no debo dejarle comer un trozo de tarta en el cumpleaños de su amiga de la escuela? Los extremos nunca fueron buenos.
Daño irreparable al sector
Ahora lo más grave es que el sector vinícola (y otros) se están resintiendo por culpa de este movimiento saludable que evita la toma de cualquier tipo de alcohol y tal y como están los tiempos ahora mismo no veo necesidad de agravar aún más la situación de empresas y, por ende, de sus trabajadores.
La realidad es que quien no desee beber alcohol es una persona maravillosa, exactamente igual de maravillosa que aquella persona que se toma una caña de vez en cuando, o una copita de vino blanco en los aperitivos, y por eso no podemos (ni debemos) demonizar a nadie. El problema real llega cuando esa persona que no quiere beber ni gota de alcohol, o comer nada que lleve azúcar, empieza a captar seguidores como si de un líder de secta se tratase. De igual modo me parece una locura que quien bebe alcohol demasiado (y se pasa) intente incitar a conocidos para que beban tanto como él o ella.
Todos sabemos que el alcohol es una droga legal, igual que el tabaco, pero una droga al fin y al cabo, y nos guste o no ha formado parte de nuestra sociedad toda la vida, desde tiempos inmemoriales, por lo que hace ya cientos y cientos de años que su producción da trabajo a millones de personas. Acabar con su venta no significaría solo acabar con la droga legal, sino también con la carrera profesionales de quienes viven directa o indirectamente de su producción. Pensadlo bien, desde agricultores con campos de vid, hasta bodegas industriales o familiares, pasando por empleados de fábricas, logística, embotelladoras y, por supuesto, el comercio final. Por eso, antes de que una de esas personas que se creen que llevan la verdad por bandera abra la boca diciendo que el alcohol debería estar prohibido porque es dañino debería pensar en una solución para que todas esas personas no se queden en la calle.
El debate aquí no está en su es dañino o no el alcohol, ya sabemos que sí lo es. Pero de igual forma está socializado y sabemos que una caña de vez en cuando no mata a nadie, o una copa de vino en una cena romántica, así que ¿por qué estigmatizar al sector sabiendo que el culpable final en una situación problemática es el usuario y no la bodega que fabrica el vino?
Ahora podríamos decir que por esa regla de tres los fabricantes de cualquier droga deberían estar en su derecho de fabricarla y que allá cada cual si la consume o no, pero seamos honestos con nosotros mismos, no es lo mismo ni jamás lo será, aunque se quiera extrapolar de esa manera. La producción de bebidas alcohólicas es algo que está socialmente aceptado y el porcentaje de enfermos alcohólicos es (aunque importante) muy poco relevante en comparación con quienes son capaces de tomarse una copa de vez en cuando y ponerse el límite en ese punto para no ir a más. Por ello, desde este blog lanzo mi apoyo a todas esas empresas que viven de la producción de vino desde hace años y que hoy están viendo peligrar parte de sus ingresos.
En Bocopa aseguran que a pesar de las ventas de Navidad, y a pesar del incremento en ventas que hubo durante el confinamiento por la pandemia, sus beneficios han ido disminuyendo año tras año. Pero no debemos fijarnos solo en las conocidas bodegas, pensad ahora en fábricas como Boada Tecnología, quienes fabrican maquinaria para hacer vino y llevan años con los beneficios en disminución.
¿No podemos comprender que nuestra sociedad, nos guste o no, está formada desde hace muchísimo tiempo y los cambios que puedan o quieran surgir también han de hacerse con tiempo para no perjudicar a nadie?
No podemos cerrar de la noche a la mañana todas las destilerías pero sí podemos añadir matices poco a poco para que si de verdad se quiere acabar con el consumo total de alcohol se haga de forma paulatina y dando oportunidad a quienes viven de esta industria a adaptarse a los nuevos tiempos.
Antes que cerrar por ley bodegas, destilerías, bares o fábricas relacionadas hay que conseguir mejorar otras cosas que sí están causando daños irreparables en nosotros, incluso a quienes no tienen culpa de nada. Hablo, por ejemplo, del cambio climático. Al fin y al cabo quien bebé, o no, se causa el daño a sí mismo pero quien recicla, no compra plásticos, vive de forma eficiente y compra en mercados naturales también pueden sufrir catástrofes naturales o acabar con una enfermedad pulmonar grave a causa de la contaminación. ¿No es más importante acabar con las industrias que más contaminan? Deberíamos adaptar esas industrias a los nuevos tiempos y dejarnos de tonterías que pueden llevar a la quiebra a miles de familias en nuestro país y en todo el planeta.
Además, si tan perjudicial es tomarse una copita de vino al día, ¿por qué quienes lo hacen siguen vivitos y coleando? No defiendo la ingesta desmesurada de alcohol ni ningún tipo de droga, sea legal o no, lo que defiendo es la dignidad de las personas e intento hacer pensar a toda esa gente que de forma drástica asegura tener la clave del éxito para acabar con algo, o cambiarlo, ya que casi siempre, en cualquier tipo de cambio, hay quien sufre las consecuencias y pensar en ellos es igual de importante que pensar en cómo solucionar esos problemas.
No obstante tampoco podemos cerrar los ojos a los problemas del alcohol.
Problemas del consumo diario de alcohol
El consumo habitual de alcohol puede ser altamente peligroso para nuestra salud. Nuestro hígado saldrá dañado pero, además, también aumentarás el riesgo a padecer afecciones como:
- Fibración auricular
- Arritmia cardíaca
- Riesgos relacionados con la salud cardiovascular
- Riesgo a padecer cáncer
En conclusión, debemos desterrar la creencia de que tomar una copa de vino al día es una práctica saludable. Porque no lo es, en absoluto. Pro tampoco debemos demonizar al sector. Tomar una caña o una copa de vino de vez en cuando, tampoco causa daño en nuestro organismo.