España es uno de los países del mundo en los que el arraigo a nuestra familia es mayor, por eso no es de extrañar que muchos de nosotros acabemos recalando en nuestros pueblos o heredando y cuidando las casas rurales de nuestros mayores y es que en una sociedad en la que cada vez vivimos más en las ciudades, la realidad es que la calidad de vida es mayor en el rural. Como os decimos, nuestros mayores vivían habitualmente en pequeñas poblaciones en las que todo el mundo se conocía y en las que cuando el mundo no era tan complicado, lo cierto es que en nuestras aldeas teníamos todo aquello que necesitábamos. Hoy en día, como os decimos el mundo se ha complicado demasiado y cada vez somos más los ciudadanos que vivimos en grandes ciudades para poder ir a trabajar a nuestras empresas. Esto se debe a que estos grandes núcleos de población cuentan con todos los servicios que necesitamos en la actualidad, así como nos permiten que en un mismo punto encontremos todo aquello que precisemos, sin embargo, la realidad es que el rural, por mucho que le pese a la gente, sigue teniendo su encanto y reclamando su sitio.
Tal y como os hemos venido adelantando, en los últimos años hemos estado viviendo un éxodo rural en el que la gente se marchaba de los pueblos para ir a las ciudades, lugares donde encontraría todo aquello que necesitase y si bien esto es cierto, la realidad es que el rural sigue contando con otros encantos que por muchos esfuerzos que hagan los alcaldes o los gobiernos de turno, nunca tendrán las ciudades. En concreto, este éxodo del que os hablamos, entre otros, viene motivado por la falta de empleo que tenemos en el rural, pero la realidad es que no es solo por eso o quizá sí, pero en ello influye que en pleno año 2020 todavía hay muchas poblaciones rurales de España en las que la cobertura móvil brilla por su ausencia, así como lo mismo ocurre con la conectividad de red, en concreto con la escasez de red de fibra óptica o de ADSL, las cuales son vitales en la actualidad para poder trabajar de forma digna.
Pero el confinamiento que hemos vivido motivado por la pandemia del coronavirus nos ha hecho cambiar de parecer a muchos de nosotros y tras años en los que la gente se va de los pueblos hacia las ciudades, en los últimos meses nos encontramos con que la vivienda rural se revaloriza. Esto se debe a que la mayoría de los habitantes de las ciudades se han visto encerrados entre cuatro paredes durante casi tres meses, mientras que los habitantes que viven en poblaciones del rural han visto como al menos podían salir a sus terrenos, por lo que el confinamiento con jardín o con piscina se lleva mucho mejor. Del mismo modo, la realidad es que la vida rural no tiene porque estar peleada con la comodidad y la innovación y en la actualidad nos encontramos con muchas casas rurales repletas de innovaciones tecnológicas como la domótica, la cual permite que todos los elementos tecnológicos de la casa se puedan controlar desde un teléfono móvil o un ordenador portátil, entre otros dispositivos. En este sentido, desde la calefacción o el aire acondicionado a subir o bajar persianas, pasando por la apertura o cierre de toldos de forma remota o la apertura y cierre de puertas, en la actualidad ya es posible controlar todos y cada uno de estos elementos, así como otros muchos, de forma remota gracias al avance de la tecnología.
Y es que hoy en día, por suerte, ya vemos cada vez más casas equipadas con los últimos avances tecnológicos en el rural, no solo en lo que a comodidad se refiere, sino que también en cuanto a ecología, dado que las placas solares se incorporan cada vez más en muchos domicilios españoles aprovechando la presencia de horas de sol que tiene nuestro país.
Las comunicaciones, otro de los retos del rural
Si bien es cierto que en los últimos años hemos ido ganando cientos de kilómetros de nuevas autovías y vías de alta capacidad, la realidad es que las comunicaciones siguen siendo otro de los retos del rural español, el cual ve que para desplazarse hasta alguno de nuestros pueblos todavía tiene que recorrer decenas de kilómetros por vías secundarias que, por norma general, siempre suelen ser más peligrosas que las de primer nivel, las cuales cuentan con protecciones más avanzadas y que generan una conducción más tranquila.